Beata Madre Fasce

Fundadora de la Colmena de Santa Rita; ha brindado a todas las personas que ha encontrado en su camino amplitud de miras, equilibrio y caridad materna.

El aspecto de la población de Casia que podemos ver hoy en día se lo debemos principalmente a la infatigable tarea de la Beata Madre Fasce que fue Abadesa del Monasterio durante 27 años.

Aunque el alma de la Madre era contemplativa y deseosa de silencio y soledad para hacer lugar solo a Dios, su nombre está vinculado a obras concretas que cambiaron el aspecto de la ciudad de santa Rita: la Basílica, la Colmena, la Casa del Peregrino (hoy Hotel de las Rosas), el Seminario de San Agustín (hoy Hospital), la Casa para los Confesores y la ampliación del bulevar del Santuario.

La vida

Maria Fasce, apodada Marietta, nació en Torriglia (provincia de Génova) el 27 de diciembre de 1881. La educación recibida en un colegio de las Hijas de María Santísima del Huerto (Gianellinas), representa para ella, quizás, un presagio lejano del futuro. En efecto, el hecho de entrar en el monasterio pronto se convierte en un deseo suyo, pero deberá rezar mucho, esperar y sufrir, antes de poder comprender con claridad el proyecto que Dios eligió para ella.
Cuando lo entiende, ningún motivo podrá detenerla: su meta será el Monasterio de Santa Rita, en aquella diminuta y remota aldea, situada en el centro de la región de Umbría, que se llama Casia.

El Monasterio de Santa Rita de Casia la recibe como postulante a los 25 años, el 6 de junio de 1906.
En Nochebuena, en la atmósfera luminosa y significativa de la gran solemnidad, ofrece al Señor su juventud, tomando el hábito agustino y al año siguiente, en la misma solemnidad, ratifica su consagración emitiendo los votos religiosos.

A partir de 1914, es Maestra de ejemplo y de palabra para las jóvenes novicias.
Desde 1917 hasta 1920, la confianza de las hermanas la llama a realizar tareas de responsabilidad como madre vicaria. Desde 1920 hasta su fallecimiento, con voto unánime, las religiosas la proclaman Abadesa. De esta manera se convierte en «La Madre» por antonomasia.

Durante más de veinticinco años llevó con gran sacrificio un cáncer de mama, que ella consideraba su más grande tesoro, ya que le permitía ofrecer aún más su vida a Dios en el sufrimiento.

La enfermedad le reservó al cuerpo extenuantes sufrimientos, pero su espíritu permaneció siempre listo para la acción. Cerró los ojos a la tierra, para abrirlos a la vida eterna, el 18 de enero de 1947.

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